Temporada de anuncios

Temporada de anuncios

 

 

Sem. Pedro David Sarmiento Pavía

Etapa de Discernimiento Vocacional

 

 

Los últimos meses he recibido el anuncio de que llegará un nuevo miembro a la familia, no una ¡sino cuatro veces! De los veinte primos que somos, cuatro están contando los días para tener a sus hijos en sus brazos. Desde luego la familia entera ha recibido con gran alegría todos estos anuncios. Tristemente, este clima de alegría en la familia, que se alegra por la vida, contrasta bastante con las actitudes negativas hacia la vida que se hacen presentes cada vez más en nuestro país y que se reflejan, sobre todo, en el aborto y la eutanasia.

Espero que el nacimiento de mis próximos sobrinos traiga esperanza al mundo como a mí me la ha traído. Hace tan solo un año recibía también la noticia de que mi abuelita había fallecido, en parte, por las secuelas de haberse contagiado de Covid. Los primos que hoy celebramos la vida, llorábamos hace un año la muerte y eso me hace preguntar ¿Qué relación tienen la vida y la muerte? ¿De verdad lo único que tenemos seguro en la vida es que vamos a morir?

La vida está llena de anuncios y cada anuncio que recibimos nos hace sentir de diferente manera. Los más alegres solemos correr a anunciarlos a nuestros amigos y familiares, los más tristes quizá los guardaremos en el corazón y los compartiremos solo con aquellos seres más queridos para nosotros. En la vida de fe, debemos reconocer que todos esos anuncios nos vienen de Dios, y que sean tristes o alegres, podemos compartirlos con Él mismo.

Ya hace muchos años Dios les había anunciado a los profetas, que Él vendría a estar con nosotros y esta promesa se cumplió cuando una joven nazarena recibió un anuncio, que sería Madre de Dios. Y ella responde: Hágase en mí según tu palabra. ¡Qué gran ejemplo nos da su respuesta para saber actuar ante los anuncios de la vida! No desaparece el miedo, no desaparecen las dificultades de la vida, pero sí aparece la confianza en Dios, que es nuestro Padre. Y con esa confianza, el anuncio que María recibió se convierte en la alegría que vivimos cada vez que recordamos las palabras del ángel “¡Alégrate, María! Llena eres de gracia…”

Por ese “Sí” confiado de María al anuncio del Ángel, se pudo realizar la encarnación del Verbo. Dios mismo se hizo hombre y habitó entre nosotros, para anunciarnos la Buena Nueva, proclamar la liberación a los cautivos y liberar a los oprimidos. Sabemos que Cristo murió por nuestros pecados y resucitando venció a la muerte. ¿Qué relación tienen entonces la vida y la muerte? Que, si el anuncio de la muerte no tiene la última palabra, es por el misterio de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús; misterio que comenzó con el anuncio del Ángel, con la encarnación del Hijo de Dios.

Recibamos también con fe este anuncio en nuestras vidas porque tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo único para que todo el que cree en Él tenga vida eterna. Confiemos en que Cristo es el Emmanuel, el Dios que en las tristezas y alegrías camina con nosotros. Celebremos pues la vida y ante la muerte recordemos que, si morimos con Cristo, viviremos también con Él.


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